Homenaje a Carlos Lenkersdorf (II)

Sigo con Lenkersdorf y el programa de «Libros para Compartir»...

Elegí el libro «Conceptos tojolabales y filisofía del altermundo» porque andaba en un momento con muchas ganas de leer sobre otras formas de pensar la justicia. El libro no habla solamente de justicia, sino de otra forma de mirar el mundo y la vida en general y es una perspectiva que ayuda y da aliento para situarnos nosotros aquí también y saber, que lo que hay, nuestra realidad, es como decía Marx, una construcción histórica que se puede dar la vuelta.

Carlos Lenkersdorf llega con Gudrum, su mujer, a Chiapas en los setentas, en principio por unos años pero se quedarán por más de 20. Lo primero que hacen cuando llegan es aprender tojolabal, que es la lengua que se habla en las comunidades donde están. Aprenden poco a poco la lengua y a través de la misma descubren otra forma de ver y pensar: la cosmovisión de un pueblo que no se ha plegado a los dictados del centro dominante. Aprenden pues desde el tojolabal. El libro que quiero presentar, es una suerte de traducción de algunos conceptos filosóficos que pretende asomarnos a otras estructuras de pensamiento y de organización, y no, como es tan frecuente en la antropología por ejemplo, una traducción colonial desde una cultura ‘x’ a conceptos españoles y sistemas de compresión dominantes.

En este caso, la lingüistica sirve de apoyo para pensar más allá del yo. Una de las primeras cosas que llama la atención cuando comienzas a leer el libro, es cómo se plasma la cultura del nosotros en las estructuras lingüísticas. La intersubjetividad de las formas verbales del tojolabal.                                                                                                                                         Ej: Español=   yo te dije   (sujeto –> objeto). El sujeto hace la acción, la otra persona recibe pasivo.  Tojolabal= yo dije, tú escuchaste. (sujeto–>sujeto). Hay dos sujetos que no están subordinados sino que se interrelacionan y complementan, los dos estan siendo igual de «sujetos» en la misma acción. Hay teorías de psicología social occidental por ejemplo, que se dedican a teorizar sobre la interacción y lo intersubjetivo, tienen que probar algo, que por ejemplo, en la cosmovisión tojolabal sería una obviedad. En el tojolabal todos los sujetos tiene la misma importancia y por sujeto se entiende también a los animales, los cerros, los caminos, la tortilla, o la lumbre…

El nosotros no es excluyente, no se refiere a una comunidad concreta, sino a una forma de ser, por eso lo atraviesa todo (de hecho el «sonido» que más escucha un@ cuando oye la lengua y no la comprende es «tik»… tik tik tik tik…  tik significa nosotros y está en todas partes). Por eso  las responsabilidades son colectivas y se asumen como tales. El nosotros es la autoridad y la libertad (porque somos iguales podemos ser diferentes). La justicia pues es muy otra. Para empezar, lo que aquí se diría: «Menganito cometió un delito» en tojolabal sería «uno de nosotros cometimos un delito». Y la solución se plantea de forma restitutoria. Frente al castigo que hace objeto, se resituye, se repara el daño, y se repara desde la comunidad y a la comunidad, que asume la labor de acompañar en ese proceso.

No son los tojolabales sin embargo los únicos que tienen estas miradas, muchos pueblos en el mundo miran, por suerte, la vida, la justicia y la libertad desde distintos lugares que nos colocan un espejo… Cada sociedad tiene sus particularidades pero la nuestra tiene muucho que aprender…

Y como estamos de exámenes, terminaré con el ejemplo que pone Lenkersdorf cuando estaba en una escuela en Chiapas y le pidieron los alumnos que les hiciera un examen. Esta vez cito:

«Me dijeron. «Hermano Carlos, danos un examen». Durante el curso no había exámenes. Todos sabíamos lo que cada uno sabía o no sabía. Pero ellos sabían que en las escuelas oficiales y eran pocas las que había, periódicamente se daban exámenes. No les pregunté por qué querían el examen. Les presenté un problema para que lo resolvieran. Al escuchar el problema todo el grupo de los 25 alumnos se juntó inmediatamente, de modo espontáneo y sin reflexionar su acción. Platicaron entre sí animadamente y después de un tiempo me presentaron la solución del problema. Les expliqué la manera de dar y pasar exámenes en las escuelas de educación formal: cada uno de los alumnos debe estar separado el uno del otro. El que mire lo que escriba el vecino o copie lo escrito se descalifica a sí mismo. Los tojolabales respondían y daban sus razones por las cuales se habían juntado. Me decían: «Mira hermano, cuando estamos en nuestras comunidades y se presenta un problema no vamos cada uno a nuestra casa para pensar el asunto y tratar de resolverlo individualmente, sino todo lo contrario. Nos juntamos para platicarlo juntos, y juntos encontramos la solución. Piénsalo, hermano, aquí somos 25 alumnos. Por supuesto vamos a juntarnos para resolver el problema. Porque tenemos 25 cabezas que, por supuesto, piensan mejor que una sola. También tenemos 50 ojos que ciertamente ven mejor que dos. ¿No te parece?».

Mucha suerte compagnis en estos días de exámenes y poco dormil…

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EL RACISMO, una pasión que viene de arriba – Jacques Rancière

Este  texto que pego abajo, es una ponencia del pensador francés Jacques Ranciére en un coloquio hace unos meses… a mí me parece muy interesante y una buena aportación para comprender muchos de los discursos que se manejan en estos tiempos que corren… ojalá os resulte también interesante.

EL RACISMO, una pasión que viene de arriba – Jacques Rancière

Me gustaría proponer algunas reflexiones en torno a la noción de «racismo de Estado», que figura en el orden del día de nuestra reunión. Estas reflexiones se oponen a una interpretación muy extendida de las medidas adoptadas recientemente por nuestro gobierno, desde la ley sobre el velo integral hasta las expulsiones de los romaníes. Dicha interpretación ve en estas medidas una actitud oportunista que busca explotar los temas racistas y xenófobos con fines electoralistas. Esta pretendida crítica lleva implícita la presuposición que hace del racismo una pasión popular, la reacción temerosa e irracional de las capas más retrógadas de la población, incapaces de adaptarse al nuevo mundo móvil y cosmopolita. El Estado es acusado de faltar a sus principios al mostrase complaciente de cara a estos sectores. Pero al mismo tiempo se ve reafirmado y confortado en su posición de representante de la racionalidad frente a la irracionalidad popular.

Ahora bien, esta disposición del terreno de juego, adoptada por la crítica «de izquierdas», es exactamente la misma que aquella en cuyo nombre la derecha lleva promulgando desde hace ya veinte años toda una serie de leyes y decretos racistas. Todas esta medidas se han tomado en nombre del mismo razonamiento: hay problemas de delincuencia y diversas molestias causadas por los inmigrantes y clandestinos, que pueden desencadenar reacciones racistas si no ponemos orden. Por lo tanto, hay que someter estos delitos y molestias a la universalidad de la ley para que no provoquen disturbios raciales.

Se trata de un juego que se juega, tanto en la izquierda como en la derecha, desde las leyes Pasqua-Méhaignerie de 1993. Consiste en oponer a las pasiones populares la lógica universalista del Estado racional, es decir, en dar a las políticas racistas de Estado una coartada antirracista. Va siendo hora de dar la vuelta al argumento, para poner de relieve la solidaridad que existe entre la «racionalidad» estatal que ordena estas medidas y esa otra –ese adversario cómplice–  en la que tan cómodamente se apoya, la pasión popular. Porque en realidad no es que el gobierno actúe bajo la presión del racismo popular y en reacción a las pasiones llamadas populistas de la extrema derecha, sino que es la razón de Estado la que alimenta el racismo, confiándole la gestión imaginaria de su legislación real.

Hace unos quince años propuse el término racismo frío para designar este proceso. El racismo que hoy nos ocupa es, en efecto, un racismo frío, una construcción intelectual. Es, antes que nada, una creación del Estado. Hemos discutido aquí sobre la relación entre Estado de derecho y Estado policial. Pero la naturaleza misma del Estado es la de ser un Estado policial, una institución que fija y controla las identidades, los lugares y los desplazamientos, una institución en lucha permanente contra todo excedente del recuento de las identidades que gestiona, es decir, también contra ese exceso sobre las lógicas identitarias que representa la acción de los sujetos políticos. Este proceso se ha intensificado por el orden económico mundial. Nuestros Estados son cada vez menos capaces de contrarrestar los efectos destructores de la libre circulación de capitales para las comunidades que tienen a su cargo. Y son tanto más incapaces cuanto que no tienen el más mínimo deseo de hacerlo. Así las cosas, se rebajan y se concentran en aquello sobre lo que sí ejercen un poder, como es el caso de la circulación de personas. Toman como objetivo específico el control de esa otra circulación y como meta general la seguridad de los nacionales amenazados por estos migrantes, es decir, más precisamente la producción y la gestión del sentimiento de inseguridad. Esta es la tarea que va siendo cada vez más su razón de ser y su forma de legitimación.

De ahí se deriva un uso de la ley que cumple dos funciones esenciales: una función ideológica, que consiste en dar constantemente un cuerpo al sujeto que amenaza la seguridad; y una función práctica, que consiste en reordenar continuamente la frontera entre lo de dentro y lo de fuera, creando sin cesar identidades flotantes, susceptibles de hacer caer fuera a aquellos que estaban dentro. Legislar sobre la inmigración ha significado antes que nada crear una categoría de infra-franceses, hacer caer en la categoría flotante de inmigrantes a gente que ha nacido en Francia de padres nacidos franceses. Legislar sobre la inmigración clandestina ha significado hacer caer en la categoría de clandestinos a «inmigrantes» legales. Es la misma lógica la que ha ordenado el uso reciente de la noción de «franceses de origen extranjero». Y es esta misma lógica la que apunta hoy contra los romaníes, creando, contra el principio mismo de libre circulación en el espacio europeo, una categoría de europeos que no son verdaderamente europeos, de la misma manera que hay franceses que no son verdaderamente franceses. Para crear estas identidades en suspenso el Estado no se sonroja ante sus propias contradicciones, tal y como hemos visto con respecto a las medidas sobre los «inmigrantes». Por un lado, crea leyes discriminatorias y formas de estigmatización  basadas en la idea de la universalidad ciudadana y de la igualdad ante la ley. Por esa vía se sanciona o estigmatiza a aquellos cuyas prácticas se oponen a la igualdad y a la universalidad ciudadana. Pero por otro lado, crea en el seno de esta ciudadanía igual para todos, discriminaciones como la que distingue a los franceses «de origen extranjero». Así que por un lado todos los franceses son iguales, y ojo con los que no lo son, y por el otro no son todos iguales, y ay de aquellos que lo olviden.

Por lo tanto, el racismo de hoy es ante todo una lógica estatal y no una pasión popular. Y esta lógica estatal es sostenida en primer lugar, no por quién sabe qué grupos sociales retrógados, sino por una buena parte de la élite intelectual. Las últimas campañas racistas no llevan en absoluto la impronta de la extrema derecha llamada «populista». Han sido organizadas por una intelligentsia que se reivindica como intelligentsia de izquierdas, republicana y laica. La discriminación no se basa ya en argumentos sobre razas superiores e inferiores. Antes bien, se argumenta en nombre de la lucha contra el «comunitarismo», de la universalidad de la ley, de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y de la igualdad de género. Dicho sea de paso, estos argumentos son a menudo esgrimidos por gente que ha hecho bien poco por la igualdad o el feminismo, pero esa contradicción no les preocupa. De hecho, con esta forma de argumentar se pretende sobre todo crear la amalgama requerida para identificar al indeseable: así la amalgama entre migrante, inmigrante, retrógado, islamista, machista y terrorista. En realidad, el recurso a la universalidad opera en beneficio de su contrario: para establecer un poder estatal discrecional a la hora de decidir quién pertenece y quién no a la clase de aquellos que tienen derecho a estar aquí -el poder, en breve, de conferir o suprimir identidades-. Ese poder tiene su correlato en el poder de obligar a los individuos a ser en todo momento identificables, a mantenerse en un espacio de visibilidad integral frente al Estado. Vale la pena, desde este punto de vista, volver sobre la solución que el gobierno ha dado al problema jurídico planteado por la prohibición del burka. Como hemos visto, era difícil hacer una ley que apuntara específicamente a algunos centenares de personas de una religión determinada, así que el gobierno dio con una solución: hacer una ley que prohíba en general cubrirse el rostro en un espacio público, una ley que apunte al mismo tiempo a la mujer portadora de un velo integral y al manifestante que se cubra con una máscara o pañuelo. El pañuelo se convierte así en el emblema común del musulmán retrógado y del agitador terrorista. Para esta solución, adoptada (como muchas otras medidas sobre la inmigración) con la benevolente abstención de la «izquierda», es también el pensamiento «republicano» el que ha dado la fórmula. Acordémonos si no de las diatribas furiosas de noviembre de 2005 contra esos jóvenes enmascarados y encapuchados que actuaban con nocturnidad. Acordémonos también del comienzo del asunto Redeker, el profesor de filosofía amenazado por una «fatwa» islámica. El punto de partida de la furiosa diatriba antimusulmana de Robert Redeker era… ¡la prohibición del tanga en la playita de París! En esta prohibición dictada por la alcaldía de París él discernía una medida de complacencia hacia el islamismo, hacia una religión cuyo potencial de odio y de violencia se había sido ya puesto de manifiesto en la prohibición de desnudarse en público. Los bellos discursos sobre la laicidad y la universalidad republicana vuelven, en definitiva, a este principio según el cual uno debe estar enteramente visible en el espacio público, ya sea el de adoquines o la playa.

Concluyo: mucha energía se ha gastado contra una cierta figura del racismo –la que ha encarnado el Frente Nacional– y una cierta idea de este racismo como expresión de los “white trash”, blancos xenófobos de las capas sociales atrasadas. Una buena parte de esa energía ha sido recuperada para construir la legitimidad de una nueva forma de racismo: un racismo de Estado y un racismo intelectual «de izquierdas». Quizás sea el momento de reorientar el pensamiento y el combate contra una teoría y una práctica de estigmatización, de precarización y de exclusión que constituyen hoy un racismo desde arriba: una lógica de Estado y una pasión de la intelligentsia.

Jacques Rancière, 11 de septiembre de 2010
Traducción: Álvaro García-Ormaechea
Fuente: http://www.mediapart.fr/node/92825

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MIGRACIONES CONTEMPORÁNEAS Y CAPITALISMO.

TRABAJO DE GRUPO: PRESENTACIÓN

Aquí pego a presentación de nuestro grupo de trabajo, que confluye con la de otros…

MIGRACIONES CONTEMPORÁNEAS Y CAPITALISMO

El comienzo de un viaje

En la Antigua Grecia, muchos viajeros, antes de emprender un viaje rogaban a Hermes, el mensajero, dios de los caminos y de las fronteras que se cruzan, patrono de la comunicación y del entendimiento humano, para que les guiara y les protegiera en su camino.

Hace unos meses, en octubre, recién empezábamos el curso y recién estrenó la UE un nuevo operativo policial contra los que atraviesan fronteras, lo titularon: Operación Hermes.

Durante 7 días pararon autobuses y trenes, bloquearon caminos y estaciones con el fin de “interceptar” a aquellas personas que osaran caminar sin su permiso por “su” territorio. La noticia salió en los periódicos y -salvo alguna excepción- se relataba desde la más absoluta naturalidad, “tal operativo para cumplir tal misión”, la misión en sí parecía no desatar horror, crítica o preocupación. Sin embargo, hubo una fundación que sí hizo una crítica: la Fundación Español Urgente, ésta remarcó: “«Operación» es con mayúscula cuando es el nombre de un operativo”. La frase «Se prevé un incremento de las identificaciones en la calle por la «operación Hermes»» resultaba totalmente inaceptable, porque ¡operación es con mayúscula! Es importante hablar con propiedad.

Hace unos días se publicó el informe de la operación: “1900 personas detenidas, principalmente de Irak, Afganistán, Ucrania, Nigeria, Marruecos, Argelia, Pakistán, India, Palestina y Turquía” y “las principales vías de entrada clandestina a la UE están en Grecia e Italia”. (¿Quizá por eso se plantean ahora construir un muro entre Grecia y Turquía?)

La naturalización de estas noticias, de esta realidad, de esta locura colectiva, nos aterra y nos preocupa. Por eso empezamos este trabajo, con ánimo de emprender un viaje también hacia cómo miramos y cómo comprendemos estos procesos, a identificar el racismo, la colonialidad, la lógica capitalista que atraviesa “nuestras” instituciones pero también la que nos habita.

Analizar la migración o la migración y el mercado laboral como un fenómeno local resulta completamente absurdo. Al margen de que migrar sea una tendencia de la humanidad, es evidente que las migraciones contemporáneas son procesos que tienen que ver con un sistema capitalista globalizado. Sin embargo, también resulta absurdo obviar que hay una realidad local, con sus particularidades y sus complejidades, por eso quisimos acercarnos al mercado laboral español y ver cómo lo atraviesa. Aunque en absoluto la única, una de las motivaciones para migrar es buscar trabajo y es también éste hoy, uno de los terrenos de conflicto, tanto por las condiciones precarias del mercado laboral español, los discursos de “escasez” ante la crisis o los racismos y colonialismos heredados, que por ejemplo, como hemos observado, miran a la población migrante desde una perspectiva frecuentemente muy utilitarista. Tanto desde la izquierda como desde la derecha, los discursos que defienden o atacan las políticas migratorias, se apoyan muchas veces en una valoración sobre su “utilidad” en “nuestro” mercado laboral o “nuestro” “estado de bienestar”. Aquí, no podemos dejar de recordar la frase célebre e irónica del dramaturgo suizo Max Frisch que decía “pedimos trabajadores y llegaron personas”.

Si la hermenéutica es el arte de explicar, traducir e interpretar, y el término dicen se deriva también del mismo Hermes, apostemos por una Operación Hermes otra, una que desvele lo que hay detrás de sus operativos, y que se plante -como este sábado por ejemplo en Atenas quienes se manifestaban contra el muro- y que sirva en cambio para crear puentes, para entendernos y comunicarnos, para caminar hacia un futuro mejor para todos.

Sabiendo que aprenderemos en el camino y que nos equivocaremos también, pero con ese ánimo, comenzamos a caminar…

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desde una estrella de oriente…

Va mi regalo de reyes…

y una recomendación: la película «El Concierto» de Radu Mihaileanu.

Y otra del Cabrero,  aunque podría elegir muchas de este cantaor maravilloso que hace poco, en una entrevista, decía: «Yo canto como ando, escuchando el paisaje»….

Ahí va pues…

Porque siempre nos quedará la música…

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Viva EZLN

A 17 años del levantamiento zapatista, ¡vamos vamos vamos vamos adelante!

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Homenaje a Carlos Lenkersdorf (I)

Hace ya días, terminaba una traducción a altas horas de la noche, embutida en el edredón y los guantes sin dedos que uso para currar (en mi casa no hay calefacción y a esta alturas del año una tiene que –por ejemplo- levantarse bailando reggaeton si no quiere morirse de frío por la mañana) con ganas de leer algo sugerente antes de dormir, un par de párrafos nomás, así como regalo de buenas noches… y tecleé “Carlos Lenkersdorf” en Google. Había descubierto alguno de sus libros que no había leído colgado en la Red y quería leer algún cachito: sabía que cualquier párrafo al azar iba a ser siempre una ventana nueva, una esperanza. Esta vez, sin embargo, al teclear su nombre ocurrió algo que yo esperaba que no iba a pasar nunca. Es decir, hay gente que nunca, nunca desaparece y por tanto una cree que tampoco nunca van a morir. (Hay gente que está muerta -es verdad- desde antes de que nacieras y sin embargo han sido compañeros inseparables toda la vida, pero luego están los que sabías que estaban, los que sabías que andaban por ahí, y esos, aunque tengan 84 años ya, es muy difícil aceptar que se vayan).  El titular del periódico sin embargo lo anunciaba y yo, incrédula, pinché sabiendo que tenía que ser uno de esos típicos errores de Internet. Pero no: confirmé con otros titulares y me tuve que hacer a la idea, mientras mi cuerpo, lleno de pena, se había hecho chiquito y medio lloraba medio se reía nervioso releyendo sus letras, emocionándose de nuevo con sus palabras.

Me impone hablar de Carlos Lenkersdorf, por el respeto y la admiración que le he tenido siempre…  y aunque en la vida una tiene much@s maestr@s (y  vendrán  más) presiento que va a ocupar siempre un lugar muy importante.

La primera vez que abrí un libro suyo fue hace 10 años: «Los hombres verdaderos: voces y testimonios tojolabales», me lo pasó la maestra de la escuela de la comunidad zapatista (Chiapas) donde estaba, y desde entonces, no he dejado de leerle. Fue un traductor esencial, me ayudó a comprender la cultura del «yo» de la que yo venía y me hizo asomarme a  ese «nosotros» tojolabal, tan diferente de los «nosotros» excluyentes que se forjan por estos lares en estos tiempos que corren y que son mentira… y desde ahí, fue que de veras empecé a comprender la lucha zapatista, que me impresionaba tanto (todavía, siempre).

Hacía un par de meses que había llegado a Chiapas, emocionada con lo que había leído en periódicos y comunicados, libros, discursos, ensayos… pero cuando llegué allí, a las comunidades zapatistas, me di cuenta que había muchas cosas que no comprendía y que iban más allá de lo que había podido intuir siquiera…

Fue leyendo a Lenkersdorf, «aprendiendo» tojolabal con sus libros y conversando mucho con otros compas, que empecé a comprender un poco lo que era mirar desde realmente otro lugar y –de paso- lo que era mirar desde el lugar desde donde yo miraba. Y eso que yo, que había vivido en diferentes sitios y con gentes muy diferentes hasta entonces, me creía sensible a eso de los “puntos de vista” y las diferencias culturales… pero cuando agarré ese primer libro: no daba crédito, cada párrafo me daba un vuelco.

Así que, aquí os transcribo algunos de esos párrafos que ojalá disfrutéis como yo los disfruto, y sobre todo, os recomiendo mucho que busquéis sus libros… Lenkersdorf, a través de la lingüística, nos ayuda a asomarnos a ese mundo nosótrico, intersubjetivo, tan difícil siquiera de imaginar para mentes amuebladas en Occidente. 

Desde mi más profunda admiración, gratitud, y el deseo de que esto pueda ser, aunque minúsculo… una suerte de homenaje.

Sobre lo bello, la belleza- tzamal

«tzamal (en tojolabal) es el término que corresponde a los conceptos bonito, bello, hermoso, alegre, paz. Se trata de una voz multifacética por la diversidad de significados que representa traducirla al español. Desde la perspectiva tojolabal, en cambio, la pluralidad y variedad semánticas se manifiestan en la misma palabra y así lo entiende el oído tojolabal. (…) En primer lugar, para los hispanohablantes se presenta lo bonito y lo hermoso. Pero no hay que identificarlo con aquello que vemos y que se nos muestra, por ejemplo, en la propaganda comercial y los códigos acostumbrados a la belleza corpórea. Un tojolabal nos explicó que, por ejemplo “me visto bonito si mi corazón está alegre y contento”. Es decir, lo bello es el lenguaje del corazón, y los otros lo notan solamente si entienden este lenguaje. No se trata, pues, de lucirse, sino de saber escuchar lo que nos dice el corazón. Pensamos que a partir del mismo corazón se explica o se interpreta la multitud semántica de la voz. Con base en esto trataremos de explicar las otras acepciones.

En primer lugar se presenta la alegría y lo alegre, y esto se verbaliza en el tzamalaxi, alegrarse, la verbalización del término tzamal. Este sentido se entiende porque un corazón contento está a la vez alegre. Por la misma razón se comprende que un corazón contento y alegre, que se manifiesta en la hermosura, también es un corazón feliz que, como tal, busca y trae la paz. No es belicoso, sino que se esfuerza en establecer la paz y no el conflicto. En este sentido, finalmente es bueno y justo. En resumidas cuentas, desde la perspectiva tojolabal, la belleza y la hermosura del corazón orienta la percepción de las personas.  Por ello, exige un cambio de percepción para los representantes de la sociedad dominante. Frente al diluvio de lo que quiere llamar la atención mediante los cuerpos atractivos y bellamente vestidos, los carros, casas y tantas cosas más consideradas hermosas, nos toca aprender el lenguaje, las manifestaciones y las ansias del corazón. Ahí encontraremos la belleza en la paz y la justicia entre los hombres, en los encuentros alegres de las fiestas tojolabales, de la milpa, de la naturaleza, mejor dicho de Nuestra Madre Tierra. Pero también lo hermoso se muestra en la música, en la poesía, en el trabajar la tierra, en la armonía entre los labradores en el monte, en el trapiche y en las caminatas por las veredas. Porque caminar es un arte, manifestación de una armonía entre corazón y cuerpo. Y esta armonía finalmente se manifiesta tanto en la producción de ollas, tortillas, bancas, como también en las pinturas murales que en los años recientes han empezado a embellecer las paredes de casas y edficios públicos en las comunidades tojolabales y mayas de Chiapas en general. (…).

Las manifestaciones del corazón, finalmente, no son debilidades románticas ni sentimentales. Los compromisos con lo justo tiene su fundamento en la justicia restitutoria y no punitiva; en la paz que se funda en el diálogo en lugar del enfrentamiento; en la belleza que se funda en a armonía de estar de un corazón en medio de la pluralidad y diversidad de opiniones. No podemos mencionar todas las variantes expresadas por el término tzamal, algunas de las cuales presentamos en las entradas del diccionario. En la última instancia vemos en el concepto tzamal lo íntimo del corazón que se manifiesta en lo estético, lo social, lo político y tantos aspectos más (…).»

El bien y la libertad

El jlekilatik es un sustantivación del adjetivo lek (bien,bueno)- De hecho, es un derivado cuya formación es instructiva. Al adjetivo se agregan tres sufijos que lo modifican. En primer lugar está el sufijo de determinación –il. Éste va seguido por el sufijo generalizador –al y, para terminar, se añade –tik que, junto con el prefijo –j se refiere a NOSOTROS. En resumidas cuentas, la derivación se refiere a un bien determinado y generalizado en el sentido de que es “nosótrico” y no individual, tampoco individualista. De esta manera se explica la referencia a la libertad y la entiende radicalmente diferente de la libertad de la sociedad dominante que es individualista, como veremos más adelante. Las misma características del término se aplican al significado de “sociedad justa”. Ésta tiene que ser determinada, generalizada y nosótrica. Por tanto, no puede ser exclusiva. El NOSOTROS, pues, no es un nosotros exclusivo que ve en los otros a los malos, sino que es un NOSOTROS inclusivo de extensión cósmica.

Ahora bien, el jlekilatik, es la meta de toda la lucha de los explotados y se distingue de la kutzilatik, que un grupo limitado puede alcanzar al tener comida suficiente, trabajo y techo. El jlekilatik, en cambio, es la sociedad justa en la cual las personas no se explotan entre sí. Con esto no se acaban las traducciones que se refieren jlekilatik. Pueden serla paz, justicia, libertad y otros conceptos. Todos estos están implícitos en lo que llamamos la sociedad justa. Algunos traductores refieren el término también a conceptos religiosos como, por ejemplo, vida eterna. Hay, pues, una gama muy extendida de nociones que originalmente no estuvieron incluidas en la palabra. De todos modos,no podemos fijar el significado en un solo concepto. Según el cntexto varían los sentidos y, de este modo, el vocablo es una ejemplificación acertada de que no hay traducciones literales.

Ahora bien, el concepto de jlekilatik en cuanto libertad es de tanta importancia que regresamos al término porque se entiende de modo tan diferente de la sociedad dominante. En el contexto de la sociedad dominante la libertad suele entenderse como libertad individual, es decir, puedo hacer lo que me dé la gana. Los otros, en cambio, representan obstáculos para la realización de “mi libertad”. En el contexto tojolabal,en cambio, la libertad se realiza en el contexto de la sociedad justa, es decir, del NOSOTROS -> kentik. Por tanto, cada individuo está libre si el NOSOTROS está libre. Dicho de otro modo, el NOSOTROS no puede estar libre si el individuo insiste en su libertad individual a costa de los otros. Todo lo contrario: el individuo está libre al participar en la libertad nosótrica, y éste exige que el individuo no insista en lo suyo, de lo cual se ha liberado, sino que contribuya a la libertad de todos NOSOTROS. Se trata, pues, de una libertad de mi individualismo y por ello, de una libertad para los demás.

Extractos de: «Conceptos tojolabales de filosofía y del altermundo»

…Sobre la libertad y la comunidad…

«(…) La comunidad de consenso nos explica su concepción de la libertad por testimonios que ignoramos, puesto que no  nos podemos referir a ideas comunes. No se trata de cosas ordinarias ni consabidas en la sociedad en la que vivimos. Otra vez dejamos la voz a los poetas para hablar de la comunidad que nos hace libres, dice:

jastal `oj ka`jb’ajtik/b’a slekilal ja jmojtiki/`oj ch’ay b’a jk’ujoltik/ spetzanil ja b’a kechan jb’aj ke`ntik.

¿Cómo nos comprometemos los unos con los otros, /para el bien de nuestros compañeros?/ Que se pierda en nuestro corazón /todo lo que es sólo para nosotros.

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Hasta siempre, maestro…

Muerta de pena… no tengo palabras.

(las imágenes del video son terribles, recomiendo que escuchéis la canción sin verlo)

La estrella

Si yo encontrara la estrella que me guiara,
yo la metería muy dentro de mi pecho y la venerara,
si encontrara la estrella que en el camino me alumbrara.

Como relámpago de fuego fuiste,
que en mi sentimiento entraste,
dejaste encendido el fuego y entre llamas me dejaste.

Estrella, llévame a un mundo con más verdades,
con menos odios, con más clemencia y más piedades.

Romperemos las nubes negras
que nos engañan, que nos acechan,
abriremos un mundo nuevo sin fusiles ni venenos.

Estrella, si te encontrara,
me darías tú la fuerza que necesito
para vivir en este mundo de confusiones,
de misiles y de motores.

Me llevarías por caminos y por montes,
donde tú alumbras campos de amores,
campos de luces y corazones.

Hasta siempre, maestro… seguiremos en la pista de la estrella…

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duele, pero nosotras ardemos…

¿A dónde miran las señorías cuando firman sentencia?

Para el programa de «Música y Realidad Social» quiero compartir esta canción (originalmente un poema) que a mí me pone la piel de gallina cada vez que la escucho. La escribió Alcira, gran amiga y compañera, en una noche de rabia en medio de la lucha por la despenalización del top manta que empezó en verano del 2008. Esa noche, tras horas desmenuzando los entresijos de la «justicia», intentando ver por donde tirar con los 4 indultos por topmanta con los que se empezó y ver, que  llega un momento en que por muy justo que sea lo que clamas, chocas con esa pared de sinsentido, que estás «vendida» a una estructura absurda…   Desde esa rabia… desde la rabia en la que el sentido común (o que debería serlo) choca con un muro de necedad que se hace norma y sentencia.

Pero esos muros hay que derribarlos, y esta lucha siguió (y sigue) y ganó también batallas… Otra compañera describía así parte de este proceso «Irrumpimos allí donde no se nos esperaba, en espacios para muchos de nosotros desconocidos, extraños y a primera vista alejados de nuestro cotidiano. Allí estaba el desafío, en redibujar esa línea que conecta nuestras vidas con una ley injusta que decide sobre nuestro futuro, que construye una ecuación donde nuestra supervivencia obligatoriamente significa detenciones, calabozos, juicios, cárcel y, para colmo, imposibilidad de regularizar nuestra situación.» (…) «No fue un proceso fácil, porque nos posicionaba frente a muchas contradicciones y a veces nos cansábamos de tener que seguir un ritmo que no es el nuestro, un tiempo
institucional… Pero también durante ese año y medio, en cada uno de esos espacios donde no se nos esperaba, donde decidimos hablar sin que nunca nos dieran la
palabra, hemos ido construyendo alianzas con grupos, colectivos, experiencias de lucha, personas que se acercaron de una forma u otra, y que, igual que nosotros, vieron
que teníamos una oportunidad única con la reforma del código penal y quisieron hacer red, o coordinarse, o participar en algun acto, o a veces simplemente aportar lo
que podían. A todos estos que nos acompañaron durante esta lucha, les queremos dar las gracias…»

Tiempo más tarde, compas del rapeadero del Ferrocarril Clandestino musicalizaron el poema y le pidieron a Alcira que la recitara. Ahí va… mucho más lejos que cualquier mísera sentencia…

Señorías

¿A dónde miran las señorías cuando firman sentencia?/

avanza el golpetazo en la cara del hombre/ las expulsiones, avanzan/ no miran las señorías/ las señorías firman, no miran/

cogen el freno del corazón y le impiden sentir/ las señorías frenan el corazón/ impiden el corazón/ anulan las arterias del corazón y firman sentencia/

avanzan las horas de prisión/ el dolor del encierro/ el miedo del encierro, avanza/ el miedo a la privación de libertad/ el miedo del proceso roto/ del viaje quebrado/

avanzan los tiempos de prisión/ duele la prisión/ duele la reja, al lado de mi mano/ duele la reja al lado de la reja/ dentro de mi cuerpo, todo duele, dice/

¿A dónde miran las señorías cuando firman sentencia?/

cogen el bolígrafo platinado y firman/ duelen sus firmas/ clavan sentencia a golpe de falta de memoria y de razón/

las señorías no fueron más que una mano firmando sentencia desde su barriga/ duele la sentencia/ el dolor del dolor/ a las señorías nunca les hicieron mirar al sur/

les frenaron la mirada/ les dieron un golpetazo en la cara para que no vean los ojos/ sí, les frenaron los ojos de pequeños/ y así es que no ven/

firman, las señorías, firman/ les vendaron los ojos y el corazón/ así es que nunca fueron niños, ni jóvenes, ni inocentes, ni mujeres, ni hombres/ limbos de seres que firman sentencias/

¿A dónde miran las señorías cuando firman sentencia?

firmen señorías/ firmen y firmen/ díganle a sus miedos que firmen/ frente a lo desconocido, firmen/ apúrense que llegan tarde/ firmen/

sus imperativos nos quieren presos/ firmen/ aquí/ en la historia del día a día, ustedes quedan/ todo lo que firmen, queda en las hojas de la historia del día a día/ eso que disparan y nos mata hondo/

pero las señorías no saben que nosotros ardemos/ renacemos ardientemente/ como sonrisas por doquier/ ardientes/ como hijas ardiendo futuro/ muros quemando/ ¿entienden las señorías?/ ardiendo/

renacemos señorías/ corran/ firmen prisiones/ firmen encierros/ claven sus firmas al cuerpo del hombre/ duele, pero nosotros ardemos/

¿A dónde miran las señorías cuando firman sentencia?/

aquí/ al lado del alma/ justo al lado de otras almas/ duele ese dolor que clavan/ el dolor lleva la firma de su señoría/

y descaradamente/ como quien dice viento/ ustedes dicen justicia/ ¿acaso, saben hacer otra cosa, los señores del poder, que firmar statuquo?

Alcira Padín
Agosto de 2008

Para escuchar la canción pincha aquí y luego donde dice: ¿Dónde miran?

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«De falso». Historias cotidianas de “marcaje”

¿Un ensayo sobre las marcas?… ufff… ¿por dónde empezar? El tema tiene chicha y puede extenderse hasta el infinito…  Andaba yo leyendo bibliografía sobre el tema -que cada vez se abría más y tenía más que ver con todo- sin saber muy bien cómo y qué parte abordar… pero una vez más, la realidad me dio de bruces…

“De falso”. Historias cotidianas de “marcaje”

Conocí a Karima hace cinco años, entonces trabajaba yo en un bar al lado de la plaza de Lavapiés y ella vivía en una buhardilla del mismo edificio. Una noche llegó corriendo una chica al bar “¡Corre, corre, llama a la ambulancia por favor, mi amiga está a punto de dar a luz!” Llamamos y salimos fuera: ahí estaba Karima, sentada en el bordillo con Hassan y su hija Dunia que le agarraba la mano y la miraba fijamente. Enseguida llegó la ambulancia y no fue hasta una semana después que la volví a ver. Me la encontré en la calle, con Amal en brazos… era una niña preciosa, de ojos grandes como su madre. “Amal significa esperanza” -me explicaba en francés, pues hacía poco que había llegado a Madrid y aun no hablaba mucho castellano- “¿y Dunia?” “Dunia: mundo”. Así, empezamos a hablar y conocernos… nos sentábamos en el mismo bordillo en que la vi por primera vez a cotorrear durante largos ratos, aprovechando cuando casi no había clientes en el bar y Karima se bajaba de su casa. Ella me enseñaba árabe y yo castellano y entre risas, niñas, cafés y trabalenguas nos íbamos contando la vida. Karima tenía mi edad pero ya dos hijas y una trayectoria diferente… aprendí mucho con ella. Me alegraba las mañanas. Hassan trabajaba en un restaurante casi todo el tiempo.

Hace unos días, estábamos sentadas en otro bordillo: el de una explanada de hormigón que antes era un parque acogedor donde en verano, los árboles daban refugio a todos los que no podíamos estar en casa por el calor. ¿Dónde habrán ido aquellos árboles? Su sombra era como un salón colectivo, un especie de oasis en el desierto de Mandril. Y en primavera olían bien… distinguías la primavera porque olía a primavera. Pero eso no tiene valor en esta pinche ciudad, así que sin mayor problema, ahí que se volaron el parque para hacer una amplia explanada de hormigón con –eso sí- su aparcamiento debajo: al Dios Coche que no le falte ni hogar ni lugar para sus humos (que huelen tan bien).

El caso es que andábamos -a pesar de la fealdad de la plaza- Karima, Sadya y yo sentadas en el bordillo, mirando como patinaban Dunia y Amal.  Karima está jodida. Lleva buscando curro quién sabe cuánto tiempo y no encuentra más que algún apaño esporádico que no da ni para malvivir. A Hassan le han quitado el paro (se quedó sin curro hace un año por reducción de plantilla) porque fue al entierro de su padre en Marruecos y si estás cobrando el paro no puedes salir del país. Karima me contó que hacía dos días la trabajadora social le había quitado la ayuda a ella también. “¿Por qué?” “Porque dice que mis hijas llevan ropa de marca” “¿Qué?”

La trabajadora social le dijo que no le daba el dinero para que se lo gastara en ropa. Karima, que ha hecho malabarismos con la pasta, siempre se ha apañado para que Dunia y Amal comieran bien, fueran bien abrigadas en invierno y arregladas en general. Su hermana, que vive en Bruselas, le manda cosas, otras se las pasan de unas madres a otras (por suerte eso funciona bastante en el barrio) y así Dunia y Amal van siempre como un pincel. Le intentó explicar a la trabajadora social que ella no gasta dinero en ropa, pero fue inútil: a determinada gente, parece, no le corresponde llevar determinadas cosas, ni tampoco, por supuesto, decidir cómo gastan su dinero.

Sadya, le decía “es que eres tonta Karima, ¡cómo se te ocurre ir con las niñas bien vestidas a la trabajadora social!”. Y luego le sugería: “Mira, yo conozco a una trabajadora social que va a la guardería de mi hijo. Si le dices que estás fatal, que estás a punto de volverte loca ya y vas con las niñas hechas un trapo, seguro que te consigue algo, pero tienes que darle pena”. “¡Qué pena ni qué pena! ¡Loca tu tía! Yo no estoy loca Sadya… no tengo ningún problema de la cabeza… el único problema que tengo es que no tengo ni un duro y no encuentro trabajo. No quiero ir a dar pena y no estoy loca.” A Karima se le nublan los ojos de rabia, pero es dura y no quiere que sus niñas la vean mal. Amal de repente se estrella contra nuestras piernas. “¿Estás bien habibti?” “Sí” Amal sonríe con sus grandes ojos verdes.

Me tuve que ir… había quedado a comer en casa de Ibra. Se lo cuento indignada, me mira y se ríe: “A mí me pasa igual. Yo ya no voy a vender con estas zapatillas al metro porque me compran menos, una vez hasta me insultó un chico”. Ibra trabaja vendiendo bolsos y cinturones “de falso” -como dice, en un galicismo- en el metro. La mayor parte de la gente se los compra no por la calidad o no que tengan, sino por lo que implica tener un bolso con una marca repetida en gigante por todo lo largo y ancho. Se plantan el bolso y a la vez una imagen, unos valores, un “estatus”. “De falso”: seguro… de falso las promesas que acompañan su valor, de falso ese valor que esconde el engranaje capitalista, el deseo y la subjetividad al servicio del capital. Si a Ibra le pilla la policía le caen multas por propiedad industrial que le pueden acabar llevando a la cárcel. No le multan por venta callejera sino por “robar” una imagen y eso sale más caro. De hecho -me cuenta mientras me echa un poco más de mafé en el plato- un amigo suyo que debería tener ya la tarjeta de residencia comunitaria porque está casado con una “autóctona”, tiene el proceso bloqueado por un expediente penal valorado en 9 cinturones “de falso”.

Ibra tiene unas zapatillas “de falso” que deben de ser caras si no son “de falso”. Un día fue a trabajar con las zapatillas puestas. Se acercaron una madre con su hijo a mirar lo que llevaba en la manta, de repente, algo desató una ira repentina en el hijo: “¡Mamá, las zapatillas que lleva el chico son carísimas!” La madre no daba crédito: ¡Cómo osa! Se marchan indignados, insultando al impostor. Desde entonces, si va a trabajar, Ibra se calza algo que no atente contra la clase a la que quieren que pertenezca, eso sí: las castas son de la India. Es grave, además, porque sabe que muchos de los que no quieren verle con esas zapatillas se sienten buenas personas comprándole a él, echándole un cable

Parece que toca aprender a desmarcarse…

(Y Karima, por cierto, significa generosa).

Dejo aquí un par de artículos de Santiago Alba Rico que giran también alrededor del tema: En contra de la IgualdadMarcas o nombres .

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«Ver» en tiempos modernos

REDADA A LAS REDADAS

En los últimos años, son varias las apariciones de organizaciones sociales y asociaciones de vecinos denunciando las redadas y controles de identidad racistas en Madrid[1]. Esta noticia, aparecida ya hace unas semanas en el periódico El País, habla del trabajo de dos compañeros denunciando la penosa e indignante realidad que vivimos muchas de nosotras en nuestros barrios y que, sin embargo, niegan las instituciones.

El área de Embajadores se encuentra entre los barrios que más sufren este tipo de actuaciones policiales. Mientras el Ministerio de Interior niega que esto suceda, para quienes habitamos sus calles es una realidad cotidiana. Es decir, nos dicen que no vemos lo que vemos, o sea: que debemos estar locos.

En el último año, en la zona de Lavapiés se han instalado 48 cámaras de vigilancia. El discurso de la inseguridad llena los periódicos e imaginarios colectivos mientras que los datos reales de delincuencia no avalan semejante preocupación. En un reciente estudio del Instituto Andaluz de Criminología, La Evolución de la Delincuencia en España. Resultados de la Encuesta Nacional de Victimización 2008, los investigadores exponen cómo, mientras que la delincuencia ha disminuido considerablemente en relación a los datos de 1989 y 2005, el 88% de los encuestados sin embargo creía que había aumentado mucho o bastante. El historiador y analista Mike Davis, habla de la inseguridad subjetiva, que es aquella que aunque existe en el imaginario, no necesariamente está justificada o tiene ningún tipo de concordancia con la realidad.

El barrio de Embajadores es uno de los más heterogéneos de la ciudad de Madrid, conviven personas de muy distintas de edades, clases sociales, lugares de origen, comunidades culturales, prácticas religiosas, etc. Esta diversidad atrae incesantes estudios y estudiosos que analizan la “multiculturalidad” y el tipo de convivencia; periodistas que disertan sobre sus “problemáticas sociales”; artistas que alaban su “exotismo”; instituciones que diseñan “planes de acción” y un largo etcétera. Los resultados y análisis de toda esta producción e interpretación del barrio son de lo más dispares. Algunos se muestran maravillados por la diversidad de un barrio que convive sin grandes problemas, otros desmontan “el mito” y anuncian una realidad segregada. Se estigmatiza tanto en lo romántico como alertando sobre la peligrosidad de sus habitantes y la tremenda inseguridad de sus calles.

Como vecina del barrio desde que llegué a Madrid hace 11 años, no deja de sorprenderme -sobre todo en los últimos años- la política esquizofrénica de las instituciones hacia el barrio. Por un lado, fomentan un sinfín de “actos multiculturales”, desde las Noches del Ramadám a Tangopiés pasando por BollyMadrid, pero cuando se recoge el tinglado, por la noche, la policía se despliega para pedirle los papeles a todo vecino que tenga un aspecto sospechoso de haber nacido fuera de España. En el parque, los niños a los que les enseñan en el colegio a respetarse ven como la policía rodea a madres y padres de sus compañeros de clase para pedirles los papeles. Criminalizando sus rasgos. Esto, además de muy preocupante, boicotea cualquier posibilidad de una convivencia relajada y respetuosa entre vecinos.

Las redadas y los controles de identidad racistas que vemos much@s en nuestras barrios, son una realidad aterradora y preocupante, no sólo porque ocurran, y porque el destino de muchas de las personas que son interceptadas mientras bajan a comprar el pan, vuelven del trabajo, salen a encontrarse con los amigos, etc.,  pueda acabar en el Centro de Internamiento de Aluche (una cárcel para quienes no tienen los papeles en regla) y días después directamente en cualquier aeropuerto de su país de origen  -u otro- sino, y sobre todo porque lo vemos. Porque lo estamos viendo y somos capaces de seguir caminando al lado, porque lo vemos y no preguntamos ¡qué está haciendo! a la policía, porque lo vemos y creemos que no tiene que ver con nosotros. No sé si es que pensamos que mirar no implica ser cómplices… o que nos hemos acostumbrado a ser meros espectadores de todo.

Entonces, te das cuenta de que lo más aterrador, lo más preocupante y abusivo pasa frente a la mirada de todos. Mientras las cámaras de «seguridad» graban como entramos y salimos de nuestras casas, como nos encontramos con vecin@s, como vamos a la compra, cómo se barren las calles, incluso, claro, como la policía para sistemáticamente a los vecinos bajo criterios racistas, nosotr@s también lo vemos todos los días y vemos como casi nadie dice nada. Y eso recuerda a un pasado no tan lejano en este mismo continente que, sin embargo, todo el mundo condena. ¿Será que nos hemos vuelto -efectivamente-locos?

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